Indudablemente, no hace falta tener Facebook o Twitter para explicar Isabel la Católica. Pero a lo mejor aprender a colgar links es necesario. O hacer un powerpoint. O explicar un cuadro utilizando una de las millones de herramientas que ofrece un ordenador y aparcar las diapositivas amarillentas en un cajón.
Enseñar Historia es arduo. Si se hace de forma seria y sin alicientes acaba siendo una piedra incluso para el historiador más convencido de la Tierra. No hablemos ya de los chavales que tienen que empollarse los visigodos a los 13 años. Imposible.
Contamos con la ventaja evidente de poder recurrir a las anécdotas. Para intentar que se les quede algo en la cabeza. Preferiblemente útil. Pero corremos el riesgo de que todo se reduzca al simplismo y al morbo. No sé si están al tanto, seguramente sí, pero conviene señalarlo: El recambio generacional, en España, ha dejado de existir. Esto quiere decir que el choque entre chicos de 13 y ancianos de 60 -o personas maduras con experiencia según Badoo- es enorme.
Como todo en esta vida, hay excepciones. Pero por lo general, están desubicados. Indudablemente, no hace falta tener Facebook o Twitter para explicar Isabel la Católica. Pero a lo mejor aprender a colgar links es necesario. O hacer un powerpoint. O explicar un cuadro utilizando una de las millones de herramientas que ofrece un ordenador y aparcar las diapositivas amarillentas en un cajón.
Probablemente voy a perder credibilidad a partir de la línea de debajo, pero muchos de estos profesores hacen flaco favor a los chicos gritando “¡atiende, atiende!”, o “ahora lee tú, ahora lee el otro”. Más se han enterado de la convulsaItalia del Renacimientoo de la situación enPalestina durante la 3ª Cruzadapor “Assassins Creed”, que por los párrafos harto manidos y descafeinados de los libros de Santillana.
Ignorar que existen herramientas comoéstaes delito para el educador que realmente quiere educar y no es un triste ganapán. En ella se puede observar con imágenes en alta definición las pinturas que se encuentran en la Capilla Sixtina. Ni punto de comparación. Poco menos que si estuvieses allí. Una aplicación que llevan años desarrollando y que es harto desconocida entre estos dinosaurios que andan, esta vez sí, completamente desubicados entre esa marabunta de hormonas.
Algunos se animan con los blog. Y hacen cosas muy buenas. Tan buenas que hasta animan a otros a utilizarlas, pero no está explotado de forma general. Ni parcial. Es penoso que teniendo herramientas, la desidia y el inmovilismo se haya apoderado del sistema. Hay maneras de hacer que se interesen, y puedes y deben ser explotadas en su beneficio. En el de todos en realidad.
Aprenderse las provincias es un auténtico coñazo. Lo mismo que las cordilleras o los ríos. Por no hablar de las extensiones y territorios de las naciones en el Pasado. A lo mejor se puede animar a utilizar estevideojuego. Me niego a creer que muchos son capaces de memorizar los cientos de personajes de “El Hobbit” o de “El Señor de los Anillos”, con sus reinos y sus territorios y sus batallas, y no sean capaces de hacer lo mismo con la Guerra de Los Treinta Años o la Guerra Sucesión. Sólo hay que dar con la tecla del interés.
Y no hago más que pensar en ese señor de 60 años, ese “adulto maduro”, príncipe de la segunda juventud del que hablábamos antes, desempolvando sus diapositivas y haciendo leer párrafos a 25 chavales que acaban de guardar su smartphone, el día anterior fueron a ver la nueva de El Hobbit en 3D y presumiblemente van a utilizar el ordenador o alguna consola de última generación en cuanto lleguen a casa, y ahora piensan “Joder, lo que me toca aguantar”. Se abstrae y mientras se dispone a ver pasar las horas pensando en cómo derrotar a Manuel Palaiologos, pretendiente sucesor del trono de Bizancio en manos de los turcos.